The Myth of Sisyphus
My country's name is
Sisyphus and it is 200 years desperate.
At dawn I ask after the
stars of Sisyphus,
and the planets tell me
that for centuries they have
dissolved into quartz
crystals wasted in dormant volcanoes,
and the ruthless felling
of its green mane
may be seen from the sky
as scars in the Earth's body.
My heart makes my pulse
vanish.
Sisyphus has two sides,
one looking toward the light and the other toward the dark.
He goes in and out of
prison. He's both prisoner and jailer.
He's a body deprived of
everything; he's dead and breathing.
He goes forward in the
mist not knowing whither
with a heavy load that
bleeds him and shatters him,
with broken, fractured,
dead ideas
and a history with no
miracles.
They gave me a Sisyphus
with an empty star,
with a dry spring and a
mute garden
who makes music in the
moonlight with
truncheons and pots and
a bucket of adders and frogs.
I hear his voice as if I
my own were licking
at the edge of the
entrance, the edge of the exit.
Sisyphus smells of lost
hopes.
When sending letters he
spells his name on the sand by the sea
and in searching his
soul,
finds the splendor of
his ashes.
A White Heron in Love
In the miracle of life
a white heron in love
solitary dances in a
vast empty shore.
It dances on the rubble
of some heliotrope posies
and music comes to it
from a broken sea,
from never finding what
it always sought,
from the moon on its
chest,
and I hear it moan in
the depth of the night.
I can't see past the
majesty of its feathered nightgown
can't trust any of my
thoughts when I see it
exhale flowers and
romances through its beak.
The dance of this wild
bird is there, between sea, laurel and iris.
And I feel like a
coalman without dreams or train to leave
loving with roses of
coal.
I watch the heron dance
plunged in a tide of emotions,
and my heart beats like
a stranger terrified by freedom
who admits that his soul
is immature and heedless if removed from corruption
and has no mystic words
tattooed in his body.
El mito de Sísifo
Mi
país se llama Sísifo y tiene 200 años de estar desesperado. / Al amanecer
pregunto por las estrellas de Sísifo / y los astros me responden que
desde hace muchos siglos /
se
deshacen en cuarzos desperdiciados en volcanes dormidos / y que los despales
inmisericordes de su verde cabellera / se ven desde el cielo como cicatrices en
el cuerpo de la tierra. / Mi corazón hace que mi pulso desaparezca. / Sísifo
tiene dos lados: uno hacia la luz y otro que da a la oscuridad. / Entra y sale
de prisión. Es prisionero y carcelero. / Es un cuerpo despojado de todo. Esta
muerto y respira. / Avanza en la neblina sin saber para dónde, / con una pesada
carga que lo sangra y desgarra, / con ideas rotas, quebradas, y muertas / y con
una historia que no tiene milagros. / Me dieron un Sísifo con una estrella
vacía, / con un manantial seco y un jardín mudo, / que hace música a la luz de
la luna / con porras y cacerolas y un balde de sapos y culebras. // Oigo la voz
de Sísifo como si yo mi propia voz lamiera / al borde de la entrada que es el
borde de la salida. / Sísifo
huele a esperanza perdida. / Cuando manda cartas escribe su nombre en la
arena del mar / y cuando hace examen de conciencia / encuentra el
esplendor de sus cenizas.
Una garza blanca enamorada
En
el milagro de la vida / una garza blanca enamorada / danza sola en una inmensa
costa vacía. / Baila en los escombros de unos ramilletes de
heliotropos / y su música le viene de un mar roto, / de no encontrar
nunca lo que busco siempre, / de la luna sobre su pecho, / y yo la
oigo gemir en lo profundo de la noche. / No puedo ver mas allá de la
majestad de su camisón de plumas / y no puedo confiar en ninguno de mis pensamientos
/ cuando veo que exhala flores y romanzas por su pico. / Allí está
la danza de esta pájara salvaje entre el mar, el laurel y el lirio, / Y
siento que soy un carbonero sin sueños y sin tren para partir / que ama con
rosas de carbón. / Veo la danza de la garza, sumergido en una marea de
emociones / y mi corazón late como un forastero aterrado por la libertad, / que
reconoce que su alma es inmadura y omisa lejos de la podredumbre / y no tiene
palabras místicas tatuadas en su cuerpo.
Pueden encontrar más poemas de Francisco De Asís Fernández aquí.
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