When I write a book, the only thing that guides me at the
beginning is an alarm (...) The thing that alarmed me at once with its violence
and with its strangeness. Then there comes the aid of writing. It is as if I
tried to make a verbal portrait of this phenomenon that is concrete, and
physical and spiritual. What do I do? I listen to this phenomenon, I listen to
it with my eyes, with organs I do not know, that are in me. And then the
activity of writing tries to transpose what I perceive. It is here that the
corrections will intervene: at times, I have the feeling I am understanding
something in flashes, in dazzles; and since it goes extremely quickly, always,
since the moments of revelation are moments that light up and go out, I note at
full speed, telegraphically, on bits of paper, what I have just understood and
which, right away, will disappear. And this will give me a support to move
forward. But I begin to go deeper, that is to paint the picture of the tears,
it can happen that I feel I have not painted right; that I feel I do not
recognize, in what was just written, the vibration, the truth, the music of the
thing I have glimpsed.
From Rootprints: Memory and Life Writing, Psychology Press. You can find a review of the book here.
Cuando
escribo un libro, lo único que me guía al comienzo es una alarma (...), aquello
que me alarmó inmediatamente con su violencia y su extrañeza. Entonces viene a mi
ayuda la escritura. Es como si tratara de hacer un retrato verbal de este
fenómeno que es concreto y, a la vez, físico y espiritual. ¿Qué hago? Escucho
este fenómeno, lo escucho con mis ojos, con órganos que desconozco y que están
dentro de mí. Y luego la actividad de la escritura trata de transponer lo que
percibo. Es aquí que intervendrán las correcciones. A veces tengo la sensación
de que entiendo algo en fogonazos, en resplandores, y como se va sumamente
rápido – siempre, ya que los momentos de
revelación son momentos que se encienden y se apagan – escribo
a todo trapo, telegráficamente, en pedacitos de papel lo que acabo de entender
y que desaparecerá enseguida. Y esto me dará el sostén para avanzar. Sin
embargo, empiezo a profundizar, es decir, a pintar el cuadro de las lágrimas, y
puede suceder que sienta que no lo pinté bien; que sienta que no reconozco en
lo recién escrito la vibración, la verdad, la música de lo que vislumbré.
De Rootprints: Memory and Life Writing, Psychology Press.