History of Mirrors
Keep Ithaca always in your mind.
Arriving there is what you are destined for.
But do not hurry the journey at all.
Arriving there is what you are destined for.
But do not hurry the journey at all.
Constantin Cavafys
I
For doña Martha Sutter de Selva
I
waited for Ulysses every afternoon
alert,
faithful, with my resolute birds.
I
sat on the old doorstep
to
pluck the horizon.
Softened
by tears, the knitting
would
come undone on its own
in
a happy, uncertain routine
I
don't know if he knew of abysses
of
darkness or silence,
but
my heart guided me
every
night toward his steps.
I
drowned with him
and
a thousand times the wind swept me
in
the desert.
I
earned hunger and fever
the
knot in my throat
to
which he tied himself every night
to
avoid jumping into the void.
And
I walked with him
but
never knew that his steps
fled
my Ithaca,
that
he burned his ships
at
the first port,
that
he hid in mirrors…
But
he won't know of the dimensions,
that
I walk with him
that
I see him leave and return every night
in
this mirror
I
keep knitting.
II
The
knitting fell slowly
and
its mute, damp threads
broke.
There
was inexplicable pain
A
simple insufficient
forgiveness
a
mirror portraying the sun that was my face
and
the face of all those women
who
nursed the days in vain.
From
Historia de los espejos Concultura,
2004. You can find out about SR's work in Yvette Aparicio's Post-Conflict Central American Literature: Searching for Home and Longing to Belong.
Historia de los espejos
Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada ahí es tu destino
mas no apresures nunca el viaje
Constantin Cavafys
I
Para doña Martha Sutter de Selva
Esperé
a Ulises cada tarde
alerta,
fiel, con mis aves resueltas.
Me
senté en el viejo umbral
a
deshojar el horizonte.
Los
tejidos ablandados por las lágrimas
se
desanudaban solos
en
una rutina feliz e incierta
No
sé si él supo de abismos,
de
oscuridades o silencios,
pero
el corazón me guió
cada
noche hasta sus pasos.
Me
ahogué con él
y
mil veces me arrastró el viento
en
los desiertos.
Gané
el hambre y las fiebres
el
nudo en la garganta
al
que se ató cada noche
para
no saltar al vacío.
Y
caminé con él
mas
nunca supe que sus pasos
huían
de mi Itaca,
que
quemó sus naves
en
el primer puerto,
que
se escondió en los espejos…
Pero
él no sabrá de las dimensiones,
que
camino con él
que
lo veo irse y volver cada noche
en
este espejo
que
sigo tejiendo.
II
Cayó despacio el tejido
Cayó despacio el tejido
y
sus hilos mudos y húmedos
se
quebraron.
Hubo
dolor inexplicable
Un
perdón simple
insuficiente
un
espejo retratando al sol que era mi cara
y
la cara de todas aquellas
que
en balde amamantaron los días.
De Historia de los espejos Concultura,
2004. Pueden encontrar más poemas de SR aquí.