When Ezra was staying with us once for a short time Pop looked at him with considerable doubt [...] He was curious about Ezra: he wanted to hear this young man expound theories which, generally speaking, the older man rejected in general principle but, being both intelligent and generous-minded, he wanted to give my friend an opportunity to express himself. He wanted, in other words, to hear Ezra read his poems, to have him interpret them as he wished to, after which my father would make up his mind and that would be his judgment of their value.
So one evening Ezra read several poems. Pop listened. I listened also and so did Mother, who said nothing. The selection was from the early work, naturally, and I knew that it wasn't going across. But one poem especially Pop stuck on. Ezra had composed a short piece on the backs of certain books standing on the shelves of our bookcase or, if not our bookcase, though I think he composed it while he was with us, at least some bookcase. He spoke in the poem of certain jewels, red and blue and green. It wasn't a bad conceit and Ezra resolved it with considerable passion and ability. Pop couldn't get it.
"What are all the jewels you speak of?" he said. I must say I myself wasn't entirely clear on the subject. "You make a good story of it," went on Pop, "but I don't know what you're talking about."
I don't remember precisely what went on after that nor Ezra's exact reply or how he approached it. But Pop and Ezra were on good terms, Ezra respected the older man, so that it must have ended in the direct and simple statement, "The jewels I speak of are the backs of the books in a bookcase."
"Oh," said Pop. "Of course," he went on, "being books and being precious to you as a student and a poet you treasure them, therefore you call them jewels. That I understand. But if that's what you wish the reader to understand, to make an intelligent impression on him, if it's books you're talking about, why don't you say so then?" Ezra appears to have never forgotten the lesson.
From The Autobiography (1951).
Cuando Ezra se quedó unos días con nosotros, papá lo miraba dudoso [...] Ezra le inspiraba curiosidad: quería escuchar a ese joven exponer teorías que, en términos generales, él rechazaba en principio, pero, como era inteligente y de espíritu generoso, quería brindarle a mi amigo la oportunidad de expresarse. Quería, en otras palabras, escuchar a Ezra leer sus poemas; que este los interpretara como mejor le pareciera, luego de lo cual mi padre tomaría una decisión, y ese sería su juicio acerca del valor de los textos.
Entonces, una noche Ezra leyó varios poemas mientras papá escuchaba. Yo también escuchaba, y también mi madre, quien no dijo nada. Los poemas que había elegido eran de sus primeros textos, naturalmente, y yo sabía que no estaban alcanzando a su oyente, pero hubo un poema en particular en el que papá se quedó estancado. Ezra había compuesto un texto breve sobre los lomos de ciertos libros que estaban en los estantes de nuestra biblioteca o, si no de la nuestra - si bien yo creo que lo había compuesto durante su estancia en casa -, al menos de alguna biblioteca. En el poema hablaba de ciertas joyas, rojas, azules y verdes. No era una mala idea, y Ezra la había resuelto con pasión y destreza considerables. Papá no lo entendió.
"¿Qué son todas esas joyas de las que hablás?", dijo. Debo reconocer que yo tampoco tenía muy clara la cuestión. "Sabés contar una historia", siguió papá, "pero no sé de qué estás hablando". No recuerdo precisamente qué pasó luego, ni qué respondió Ezra exactamente, o cómo abordó la cuestión. Pero papá y Ezra se llevaban bien. Ezra lo respetaba, por lo cual debe de haber terminado con una afirmación simple y directa: "Las joyas de las que hablo son los lomos de los libros de la biblioteca".
"Ah", dijo papá. "Por supuesto", continuó, "como son libros, y vos los valorás como estudiante y como poeta, los considerás un bien preciado, y por eso los llamás joyas. Eso lo entiendo. Pero si es eso lo que querés que el lector entienda, para crear una impresión inteligente, si estás hablando de libros, ¿por qué no lo decís?" Parece que Ezra nunca olvidó la lección.
No pude encontrar una edición en español de la autobiografía. Si alguien la conoce me encantaría tener esa información. ¡Gracias!
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