Hablaré
de un Degas menos conocido, el Degas literario y poeta. Había en él un escritor
latente, y en primer lugar un intelectual [...] Y había también un Degas poeta,
un Degas que pertenece por ello a estos recuerdos literarios que les estoy
contando. No hablaré de él como de un poeta aficionado. Degas, una mente
precisa, no podía soportar permanecer en el estado larval del aficionado. Tenía
una curiosidad inmediata e infinita por todo aquello que constituye el oficio
en las artes, la técnica, diríamos ahora. Hacía versos entonces con la
sensación de un oficio que no poseía; además, los hacía con el mayor esfuerzo,
como se debe, porque quien hace versos sin esfuerzo no está haciendo versos.
Cuando se atascaba, cuando la musa le fallaba al artista o el artista a la
musa, pedía consejos, iba a gemir ante los hombres del arte. Recurría unas
veces a Heredia, otras veces a Stéphane Mallarmé; les exponía sus desgracias,
sus deseos, sus imposibilidades, decía: "Trabajé todo el día en ese maldito
soneto. Perdí un día entero lejos
de la pintura, escribiendo versos, y no logro lo que quisiera. Me rompo la
cabeza."
Una vez
en que sostenía ese discurso ante Mallarmé, terminó diciéndole:
"No
me explico por qué no logro terminar mi pequeño poema; después de todo, estoy
lleno de ideas."
Y
Mallarmé le contestó:
"Pero
Degas, no es con ideas que se hacen versos, sino con palabras."
Tomado
de "Recuerdos literarios", publicado en De Poe a Mallarmé. Ensayos de poética y estética. El cuenco de
plata.
I will speak about a lesser-known Degas, the poet and
literary man. There was a latent writer in him, and first of all an
intellectual [...] And there was also a poet Degas, a Degas who, therefore,
belongs in these literary memories I'm recounting to you. I won't talk about
him as an amateur poet. Degas, a precise mind, could not bear to remain in the
larval state of an amateur. He felt an immediate, infinite curiosity for
everything that is part of the artistic craft – technique, as we would call it now. He
hence made verses with the feeling of a trade he did not possess. Furthermore,
he made them with great effort, as is fitting, because he who makes verses
effortlessly is not making verses. When he got stuck, when the muse failed the
artist or the artist the muse, he asked for advice; he moaned before the men of
art. He sometimes appealed to Heredia, sometimes to Stéphane Mallarmé.
He expounded on his misfortune, his desires, his inability. He would say,
"I worked all day long in this damned sonnet. I wasted a whole day away from
painting writing verses, and I can't accomplish what I wish. I'm racking my
brain."
Once when he was uttering this speech before Mallarmé he
finished by saying, "I don't understand why I can't finish my little poem.
After all, I'm full of ideas." And Mallarmé answered, "But Degas, it
is not with ideas but with words that one makes verses."
I haven't been able to find a translation into English of
this particular lecture ("Souvenirs littéraires"), but Valéry related
this anecdote more than once. You can find it in the essay "Degas, Dance,
Drawing," included in Degas, Manet,Morisot, Princeton University Press.
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