At any given time, I think, a plant will grow in one of my corners. I start watching
her, thinking that something odd has occurred on that corner that might have an
artistic future. If this idea isn't an utter failure, I'll be very happy. Yet I
must wait for an unknown amount of time; I don't know how to make the plant
sprout, or how to favor or attend to its growth. I just foresee that she will
have, or wish for her to have, poem leaves – or something that will become
poetry if she is gazed at by certain eyes. I must make sure that she doesn't
take too much space; that she doesn't pretend to be beautiful or intense but
becomes what she is destined to be, and help her be precisely that. At the same
time, she will grow according to an observer whom she will ignore if he suggests
too many intentions or greatnesses. If she's a self-possessed plant, she will
have a natural poetry, unknown to herself. She should be like a person who will
live for who knows how long, with her own needs and a discreet, slightly clumsy
pride that will seem improvised. While she will have her own laws deep down,
her consciousness will be unable to reach them, and she will not know them. She
will not know the extent and manner in which her consciousness will intervene,
but she will ultimately impose her will; and will teach consciousness to be
disinterested.
Excerpt from "Explicación falsa de mis cuentos" (False Explanations about My Stories), in Revista La Licorne, 1955. The full text in Spanish may be found in Marcelo Leites' blog, La biblioteca de Marcelo Leites.
La planta de Felisberto
En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesías; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Fragmento de "Explicación falsa de mis cuentos", en Revista La Licorne, 1955. Pueden encontrar el texto completo en el blog de Marcelo Leites, La biblioteca de Marcelo Leites.
En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesías; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Fragmento de "Explicación falsa de mis cuentos", en Revista La Licorne, 1955. Pueden encontrar el texto completo en el blog de Marcelo Leites, La biblioteca de Marcelo Leites.
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