Las palabras tienen
este problema y esta virtud: son objetos. No se las domina fácilmente. Son
objetos aplicados a objetos, y objetos que se mueven con autonomía. Seguir el
texto, como reclamaba Girri, tal vez nos depare descubrir qué cosa hay en los
objetos que a su vez se mueve, más allá de la percepción que teníamos de ellos.
En cada poema, uno se puede encontrar con que las palabras terminan por establecer, entre ellas, un estatuto que no era exactamente como el que uno creía percibir en las cosas. Y tal vez, más adecuado a las cosas, o a lo que el mundo era en el momento de escribir el poema.
El instante del mundo en que usted percibe el objeto, esa constelación única, irrepetible. Cuando, al seguir el texto, las palabras van hacia otro sitio, no exactamente al que uno creía adecuado, las palabras, generalmente, son las que tienen razón.
De una entrevista realizada por Augusto Munaro para el Diario Los Andes, 2010. Pueden leer la entrevista completa aquí.
En cada poema, uno se puede encontrar con que las palabras terminan por establecer, entre ellas, un estatuto que no era exactamente como el que uno creía percibir en las cosas. Y tal vez, más adecuado a las cosas, o a lo que el mundo era en el momento de escribir el poema.
El instante del mundo en que usted percibe el objeto, esa constelación única, irrepetible. Cuando, al seguir el texto, las palabras van hacia otro sitio, no exactamente al que uno creía adecuado, las palabras, generalmente, son las que tienen razón.
De una entrevista realizada por Augusto Munaro para el Diario Los Andes, 2010. Pueden leer la entrevista completa aquí.
Words have both a problem and a virtue – they are objects. We can't dominate them easily. They are objects applied to objects, objects that move with autonomy. Following the text, as Girri[1] called for, will perhaps lead us to discover what is there in objects that, in turn, moves, beyond the perception we had of them.
We may find in
each poem that words end up establishing among them a statute that was not
exactly like the one we thought we perceived in things. And this statute may be
more suited to things, or to what the world was like at the time the poem was
written.
The instant of
the world when you perceive the object, that unique, unrepeatable
constellation. When, in following the text, words go to a different place, not precisely
to the place we thought was right, words are generally right.
[1] Alberto
Girri, a renowned Argentinean poet. (T.N.)
From an interview with Augusto Munaro for Diario Los Andes, 2010.
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