Thursday, June 2, 2016

Two poems by Carlos Cociña (Chile, 1950), translated by Judith Filc / Dos poemas de Carlos Cociña


A wide landscape encompassing farmyards and plains stretches from the silence perceived as an intrasubjectivity staged in small groups. This interconnection contains a weave that resembles the network of urban public transport. There, people, trees, and plants bear the certainty of statistics in their movement, such as the proliferation of waves in the current flowing to the left of the dock, next to the boulder of the suicides and the sunset dreamers. Made-up landscapes, like an experience devoid of memory or desire. Draft that can lead to other shores and risks different gazes, observing and heralding fragility.

From A veces cubierto por las aguas [Sometimes Covered by Water], online edition in Poesía Cero

Fourth Version

A man is utterly still when he feels his body pattering inside. It is the premonition that speaks we can sense the flesh through it. Dreams speak falsely, like deceiving things, for the letters are in the body.
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In a man, an old wound is like a vibration in the place of the wound, while the wound feels that the man is moving his body.
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He searches for absence all around him because it seems to be approaching; that's why he feels the place of the old wound in his body. He looks because he can sense the she-wolf coming with the sun through the hills that are there, up above. There he will be able to gaze at the entire land, to look among the trees... because the trees are numerous, and the small riverbeds are also there. That's where the she-wolves usually go to eat, because the small riverbeds have turned green.
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You feel something on your knees when the blood of the she-wolf flows through her. You feel the blood when the she-wolf is about to appear; a feeling in your back, through which it tends to flow when it's there. You wait in silence when having this kind of perception, a feeling that things are about to come when things are approaching. It's a vibration in the legs while you listen inward to the rustling of the she-wolf and the bushes approaching. You tend to feel that way when things are walking, when you feel they're coming as they move their legs. It's an absence in the hollow of the knees on which blood drips while you bear the wound. It's also on the face, caused by the blackness in the line of the she-wolves' face; in the eyes, because of the black marks in the she-wolf's eyes. That's why in the early hours, when the midday dream, you cross the trace things left behind.

From La casa devastada [The Devastated House (book in progress, final texts). Retrieved from Colectivo de Escritores Aristóteles España


 Un amplio paisaje que va de los corrales a las llanuras, se extiende desde el silencio que se ve como una intrasubjetividad puesta en escena en los grupos pequeños. Esta vinculación tiene una urdimbre semejante a las conexiones del transporte público urbano. Allí, las personas, los árboles y las plantas tienen la certidumbre de estadísticas en sus desplazamientos, tal como la proliferación de olas en la corriente que pasa a la izquierda del malecón, en el sector de la roca de los suicidas y los soñadores de atardecer. Paisajes inventados como experiencia sin memoria ni deseo. Borrador que puede llevar a otras orillas con el riesgo de distintas miradas, observadoras y precursoras de la fragilidad.

De A veces cubierto por las aguas, edición en Internet en Poesía Cero

Versión 4

Un hombre está completamente quieto cuando siente que su cuerpo repiquetea por dentro. Ese presentimiento es el que habla, por él se percibe la carne. El sueño habla con falsedad, como cosa que engaña, pues las cartas están en el cuerpo.
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Una vieja herida, en un hombre, se siente como un vibrar en el lugar de la herida, mientras que ésta siente que el hombre mueve su cuerpo.
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Busca a su alrededor lo ausente, pues parece que se acerca; es por esto por lo que siente el lugar de la vieja herida en su cuerpo. Mira pues tiene la sensación de la loba que viene con el sol y por el monte que se encuentra allá, en lo alto. Allí podrá ver todo el territorio, mirar entre los árboles... pues los árboles son numerosos, y los pequeños lechos de río también están ahí. Son a los cuales las lobas suelen ir a comer, pues los pequeños lechos de río se han vuelto verdes.
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Se tiene una sensación en las rodillas cuando la sangre de la loba va a correr a través de ella. Se siente la sangre cuando está a punto de aparecer la loba; una sensación en la espalda a través de la cual suele correr cuando está ahí. Se espera en silencio cuando la percepción es así, cuando se sienten cosas venir, mientras las cosas se acercan. Es una vibración en las piernas mientras se escucha hacia adentro el crujido de la loba y de los arbustos, con los que ésta se acerca. Se suele sentir así cuando las cosas caminan, cuando se percibe las cosas venir mientras mueven sus piernas. Es una ausencia en los huecos debajo de las rodillas, sobre las que cae sangre mientras se carga la herida. También es en la cara, causada por lo negro en la línea de la cara de las lobas; en los ojos por las marcas negras en los ojos de la loba. Por ello, temprano, cuando el sueño del mediodía, se cruza la huella que las cosas dejan.



De La casa devastada (libro en escritura, textos definitivos). Tomado de Colectivo de Escritores Aristóteles España




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