Monday, August 31, 2015

Raúl Gustavo Aguirre on poetry (from his fourth thesis on poetry) / RGA, sobre la poesía (de su cuarta tesis sobre la poesía)

... a poem is a fact in a person's existence. In other words, rather than the idealist, non-existent notion of a literary product that a pure, distant gaze can consume without being altered by such consumption, a poem is something that "happens" in our lives (both if we create it, when we materialize it into words, and if we create it, too, by receiving it in a constellation of words to which we give, or from which emerges, a sense or meaning that "glows" or "touches us"). I insist, because I think this is very important: a poem is something that happens to "us," it's a fact, an event in our lives in which we participate and in which it participates, and therefore can alter them. So, we know to what extent a poem can be a revelation that, in a way, will affect the course of our lives. In sum, a poem pertains to the world of facts; it's something factual, and if it's tied to the course of our lives, then it belongs in the realm of "doing," in the realm of something that philosophy calls "ethics."


Spanish version taken from La mojarradesnuda.

... un poema es un hecho en la existencia de una persona. Es decir: antes que la noción idealista e inexistente de un producto literario que una mirada pura y distante puede consumir sin ser por ello alterada, un poema es algo que “ocurre” en nuestras vidas (tanto si lo creamos nosotros, en el momento de concretarlo en palabras, como si lo creamos también nosotros, al recibirlo en una constelación de palabras a la que damos, o de la que surge, un sentido o significado que “fulgura" o “nos toca”.) Insisto, porque esto me parece muy importante: un poema es algo que “nos” ocurre, es un hecho, un acontecimiento en nuestras vidas, en el que participamos y en el que ellos participan y, por lo tanto, es capaz de alterarlas. Y bien, sabemos hasta qué punto un poema puede ser una revelación que, de alguna manera, influirá en el curso de nuestra existencia. En suma: un poema pertenece al mundo de los hechos; es algo fáctico, y si tiene que ver con el curso de nuestras vidas, entonces entra en el campo del “hacer”, en el campo de algo que, en filosofía, se denomina "ética".

Tomado del blog Lamojarra desnuda.

Thursday, August 20, 2015

Three poems by Ana Laferranderie (Uruguay, 1969), translated by Judith Filc / Tres poemas de Ana Laferranderie

Where something is absent. The shadow attached a mountain to her. Seeking relief, she tested the weight of emptiness as if no lands or seasons existed. And while her nails revealed a script she set foot on the top.
She didn't see an arrow from the remainder but a curve of ethereal whips, weightless space to fathom. That's why she quietly persisted, waiting for a sound that would free waves to thrust herself forward. Impress a voice where something is missing. A promising expansion of the evening, or at least the drumming of knuckles. A word that would resonate, muffled. A caress approaching, blind.

Taken from Valknutr. It belongs to the series Territorios, written in 2007.


The stone of the house is eroding. I hear the water beating outside. Something of me is growing far away. I wouldn't know how to be as I was before, unmarred at home, attached to the light of its instruments.

In noticing what's absurd. This torpor pervades the day; movement loses meaning. I look at the opening space behind the window. I follow it in the distance, up to a rock where the cold surf hits. It disintegrates; it spreads in fluidness. I'm still before me. With my feet in the water, I know I'm fading matter.

From Volcar la cuna Ediciones del Dock. You can find other poems by AL in Spanish here.

Donde algo falta. La sombra le adhería una montaña. Para aliviarse sopesaba vacío, como si no existieran territorios ni estaciones. Y mientras develaba una trama con las uñas, ponía el pie en la cumbre.
No veía la flecha desde lo remanente sino una curva de látigos etéreos, espacio ingrávido para discernir. Por eso persistía quieta, esperando un sonido que habilitara ondas para impulsarse. Imprimir una voz donde algo falta. Una promisoria ampliación de la tarde o al menos un fraseo de nudillos. Una palabra que resuene sorda. Una caricia que se acerque, ciega.


Tomado de Valknutr. Pertenece a la serie Territorios, de 2007.


La piedra de la casa se desgasta. Escucho cómo golpea afuera el agua. Algo de mí crece lejos. No sabría estar como antes intacta en el hogar, apegada a la luz de sus instrumentos.

Por ver lo absurdo. Este sopor invade el día, pierde sentido el movimiento. Miro el espacio que se abre detrás de la ventana. Lo sigo lejos, hasta una piedra donde golpea espuma fría. Se desintegra, se dispersa en lo líquido. Yo sigo frente a mí. Con los pies en el agua sé que soy materia que se apaga.

De Volcar la cuna, Ediciones del Dock. Pueden encontrar otros poemas de AL aquí.


Friday, August 14, 2015

Paul Celan on the poem / Paul Celan, sobre el poema

The poem holds its ground, if you will permit me yet another extreme formulation, the poem holds its ground on its own margin. In order to endure, it constantly calls and pulls itself back from an “already-no-more” into a “still-here”.

This “still-here” can only mean speaking. Not language as such, but responding and – not just verbally- “corresponding” to something.
            In other words: language actualized, set free under the sign of a radical individuation which, however, remains as aware of the limits drawn by language as of the possibilities it opens.

            This “still-here” of the poem can only be found in the work of poets who do not forget that they speak from an angle of reflection which is their own existence, their own physical nature.
            This shows the poem yet more clearly as one person’s language become shape and, essentially, a presence in the present.

From "The Meridian," in Paul Celan: Selections, translated by Pierre Joris. University of California Press. You can find the full text in R. Waldrop's translation here.


            El poema se mantiene firme, si me permiten otra formulación extrema, el poema se mantiene firme en su propio margen. Para persistir, se llama y se retrae constantemente de un "ya-no-más" a un "aún-aquí".

Este "aún-aquí" solo puede querer decir hablar. No el lenguaje como tal, sino responder y no solo verbalmente  – "corresponder" a algo.
            En otras palabras, el lenguaje materializado, liberado bajo el signo de una individuación radical que, no obstante, sigue estando tan consciente de los límites trazados por el lenguaje como de las posibilidades que este abre.
            Este "aún-aquí" del poema solo puede hallarse en la obra de los poetas que no se olvidan que hablan desde un ángulo de reflexión que es su propia existencia, su propia naturaleza corporal.
            Esto muestra todavía más claramente el poema como el lenguaje de una persona hecho forma y, esencialmente, una presencia en el presente.

De "El meridiano". Mi traducción de la versión en inglés. Pueden encontrar el texto completo en inglés traducido por R. Waldrop aquí.

Tuesday, August 4, 2015

A poem by María Luisa Artecona de Thompson (Paraguay, 1924), translated by Judith Filc / Un poema de María Luisa Artecona de Thompson


The Time of the Tree

It wasn't the tree.
But the breeze, yes, and the bird
and the prayer of the bird;
and the doctrine of the fruit
and the ritual of the yellow
butterflies.
It wasn't the tree.
But the bell tower, yes, of the corollas
and the soil for the descent of the flowers
and the root of the rain
and the reason of the shadows
and the green arm of the drizzle.
It wasn't the tree.
But the cloud, yes, and the wind
and the voice, the body and the soul of the wind
and the limbs for the yearning of water
and the insides for the wish of the sun
and the path of clear wings.
It wasn't the tree.
But the moon, yes, and the multifarious
ridges of its metallic light
and life in the flesh of the fruit
and the instant of the hands
and the serenity of longing.
It wasn't the tree.
But the gale, yes, and time
and daybreak and twilight
and the maker of the landscape
and what's visible of earthly things
that were there first, to be him.
It wasn't the tree.
But the exaltation, yes, of smallness
and the wonder of grass at its feet
and the gates of damask dawn
and the end of darkness;
and perhaps the intimacy of the pink star.
It wasn't the tree.
But the event, yes, among many events
and the appeal of memories
and fall, winter, and summer
and the chalice of tranquility
and the restless crevices of the sky.
It wasn't the tree.
But the legend, yes, to evoke
the memory of other trees
and what's not in them
or in us
and must fall into times immemorial.

The legend of the tree.
It's not the tree.
Nothing else.
It's time immemorial.


From El canto a oscuras. You can find the full book in Spanish here.

Tiempo del árbol

No era el árbol.
Pero la brisa, sí, y el ave
y la plegaria del ave;
y la doctrina del fruto
y el ritual de las mariposas
amarillas.
No era el árbol.
Pero el campanario, sí, de las corolas
y la tierra para el descenso de las flores
y la raíz de las lluvias
y el motivo de las sombras
y el brazo verde en la llovizna.
No era el árbol.
Pero la nube, sí, y el viento
y la voz, el cuerpo y el alma del viento
y los miembros para el ansia del agua
y las entrañas para el deseo del sol
y el camino de alas transparentes.
No era el árbol.
Pero la luna, sí, y las aristas
multiformes de su luz metálica
y la vida en la carne de la fruta
y el instante de las manos
y el sosiego de alguna nostalgia.
No era el árbol.
Pero la tempestad, sí, y el tiempo
y el alba y el crepúsculo
y el hacedor del paisaje
y lo visible de las cosas terrestres
que antes fueron para ser él.
No era el árbol.
Pero la exaltación, sí, de lo pequeño
y el prodigio de la hierba a sus pies
y las puertas de la aurora adamascada
y el fin de la oscuridad;
y tal vez la intimidad de la estrella rosada.
No era el árbol.
Pero el hecho, sí, entre tantos hechos
y la atracción de los recuerdos
y el otoño, el invierno y el estío
y el cáliz de la serenidad
y los inquietos intersticios del cielo.
No era el árbol.
Pero la leyenda, sí, para evocar
la memoria de otros árboles
y de lo que no está en ellos
y tampoco en nosotros
y ha de caer en tiempo inmemorial.

La leyenda del árbol.
No es el árbol.
Nada más.
Es el tiempo inmemorial.


De El canto a oscuras. Pueden encontrar el libro completo aquí




Tuesday, July 28, 2015

Italo Calvino, on the interweaving of stories / IC, sobre el entretejido de las tramas

But how to establish the exact moment when a story begins? Everything has already begun before, the first line of the first page of every novel refers to something that has already happened outside the book. Or else the real story is the one that begins ten or a hundred pages further on, and everything that precedes it is only a prologue. The lives of individuals of the human race form a constant plot, in which every attempt to isolate one piece of living that has a meaning separate from the rest for example the meeting of two people, which will become decisive for both – must bear in mind that each of the two brings with himself a texture of events, environments, other people, and that from the meeting, in turn, other stories will be derived which will break off from their common story.

From If on a Winter's Night a Traveler. You can find a review by David Mitchell here.


Pero, ¿cómo establecer el momento exacto en el que empieza una historia? Todo ya ha comenzado siempre antes; el primer renglón de la primera página de cada novela refiere a algo que ya ha sucedido fuera del libro. O bien la verdadera historia es la que comienza diez o cien páginas más adelante, y todo lo que precede es solo un prólogo. Las vidas de los individuos de la especie humana forman una continua trama, en la que cualquier intento de aislar una parte de lo vivido que tenga un sentido independiente del resto – por ejemplo, el encuentro de dos personas que devendrá decisivo para las dos – debe tener en cuenta que cada una de las dos lleva consigo un entramado de hechos, entornos, otras personas, y que del encuentro derivarán, a su vez, otras historias que se separarán de su historia común.

De Si una noche de invierno un viajero (mi traducción del italiano). Pueden encontrar la novela completa aquí.

Ma come stabilire il momento esatto in cui comincia una storia? Tutto è sempre cominciato già da prima, la prima riga della prima pagina d'ogni romanzo rimanda a qualcosa che è già successo fuori dal libro. Oppure la vera storia è quella che comincia dieci o cento pagine più avanti e tutto ciò che precede è solo un prologo.
Le vite degli individui della specie umana formano un intreccio continuo,
in cui ogni tentativo d'isolare un pezzo di vissuto che abbia un senso separatamente dal resto 
 per esempio, l'incontro di due persone che diventerà decisivo per entrambi  deve tener conto che ciascuno dei due porta con sé un tessuto di fatti, ambienti, altre persone, e che dall'incontro deriveranno a loro volta altre storie che si separeranno dalla loro storia comune.

De Se una notte d'inverno un viaggiatore


Wednesday, July 22, 2015

A poem by Cé Mendizábal (Bolivia, 1956), translated by Judith Filc / Un poema de Cé Mendizábal

Letter 8

“I want to talk to you about a stone. From a certain perspective, it is just a stone. For my purposes, it doesn't matter whether it's marble, granite, or the most common of stones, although you have to admit that the fact that it's white and smooth grants it a touch of splendor I know not how to oppose. In any case, it's still a stone.
If I planned a quick, albeit detailed, journey through every museum, exhibition hall, private collection, ruin, and art gallery in the planet, I know for certain that I would not find a piece like the one I'll mention to you. I don't know why the most prestigious museum in the most prestigious city would have placed it in the best of its corners, the one linking together what are likely to be its two main wings but that, in any case, is that – a corner, a hallway. I will also disregard these details.
The piece, with its more than 2,200 years, represents a woman; a woman dressed in the Greek style of the times, that is, with a wet-looking tunic covering her body down to her feet, while about her naked arms there's little we can tell because they've been torn. A pair of wings sprout from her back that maintain their exultant course, although they also show damage. Another blow has done away with the entire head, leaving us, strange as it might sound to you, not with an acrid taste of decapitation but with a taste of mystery.
The name of the piece – the Victory of Samothrace – alludes to the celebration of a deed of war in ancient Greece. For my purposes, this is as irrelevant as whether or not it's made of marble, because what beckons us is neither the texture of the stone nor the event it celebrates. What beckons us is the head and the arms that have vanished, that have been crumbled by the centuries and are now part of the wind, of the sand that goes from here to there, far and wide across the Earth.
What would be the exact position of the arms? Would they be raised in a joyful attitude or rather follow the general movement of the body at its sides? Would one of the hands indicate a spot with the gesture of someone who is making an appeal, signaling? We can no longer tell; what is left at the level of the shoulders doesn't provide enough information. That's why it's impossible to know her exact shape – the beauty, the cold serenity, the joy or the asperity of the lost totality.
No detail would make us think that the sculptor would have endowed this female image with the head of a monster, of a Gorgon, or of any other horrible creature, and every possibility – according to what we see in other pieces of that period – speaks of a beautiful woman. Against this, against all probability of balanced features, I assert the monster. Yet not a monster of abject traits but one that lacks a face for the simple reason that it can't have it, although in its presence we can't help thinking about it and hence can't help seeing it.
Perhaps, rather than a defect proper, what I'm talking about is a certain quality of the invisible, of the unapproachable; what is not there but is there. This would mean that the stone is alive, and not simply in the flat, dour manner of symbols or gestures; let's say, her right leg shows the attitude of moving forward while the left one waits its turn, slightly bent, to follow suit. This mobility of both legs is transmitted to the entire body, which is impetuous all at once, ready all of a sudden to make use of its two wings stretched for flying. I can't tell in what moment of this reality or unreality she's already flying or getting ready to do so. I don't know how dense is the material of which she was made, but suddenly in the blink of an eye there's only movement.
This lovely movement, however, is not the core of the beauty I'm discussing here, even though it's obvious that it endlessly contributes to such beauty. The face, the head we don't know and see without seeing is closer to the nature I'm describing to you. Its illusion, its infinite potential remains untouchable, and I can't tell you anything else about it.
In its entirety, the monster or the entity I have perceived so far is Hope. Motionless, in fact, painfully and unassailably still and, at the same time, full of all the strength and yearning and austerity and ambition and defeat of each desire, which for this very reason constitute its entire accomplishment. I don't know the composition of this piece of arid, tense matter, but I do know something of its implausible loyalty, of the power of its outburst against the stillness that was inexorably imposed on it, of its impossible and hence palpable victory, visible in those feet that go forward, those majestically stretched wings... Where is Hope going, you'll say to me, where with its primordial, blind, and lost instinct? That's what the invisible head or arms can no longer tell us, but this very thing, all this happy defeat fixed in the most visible corner of the largest museum on Earth, is what denotes the magnitude of Hope. That's all.



Retrieved from the blog Dos Disparos. You can read an interview with CM in Spanish here.


Carta 8

“Quiero hablarte de una piedra. Es, desde cierta perspectiva, sólo un trozo de piedra. Para mis fines, no interesa que sea mármol, granito o la más común de las piedras, aunque hay que reconocer que el hecho de ser blanca y fina le transmite un matiz de realce al que no sé oponerme. Como sea, sigue siendo una piedra.
Si se me planteara un recorrido veloz, aunque detallado, de todos los museos, salas de exposición, colecciones privadas, de todas las ruinas y las galerías de arte del planeta, con seguridad sé que no voy a hallar una pieza como la que voy a mencionarte. No sé por qué el museo más afamado de la ciudad más afamada la tenga en el mejor de sus vértices, el que une a las que deben ser sus dos alas principales, pero que de cualquier modo es eso: un vértice, un pasillo. Voy a pasar por alto también estos detalles.
La pieza, con sus más de 2.200 años, representa a una mujer; una mujer vestida a la usanza griega de la época, es decir, con una túnica de aspecto mojado que le cubre el cuerpo hasta los pies, mientras que de los brazos desnudos poco podemos saber porque han sido quebrados. De la espalda le brotan un par de alas que mantienen su sesgo pletórico, a pesar de que también lucen roturas. Otro golpe ha dado cuenta de la totalidad de la cabeza, dejándonos, por extraño que te parezca, no con el sabor acre de la decapitación, sino con el del misterio.
El nombre de la pieza —La victoria de Samotracia— alude a una celebración por un hecho bélico en la antigua Grecia. Para mis objetivos, esto es tan irrelevante como si se tratase o no de mármol, porque lo que aquí convoca no es la textura de la piedra o el acontecimiento que celebra. Lo que convoca son la cabeza y los brazos que han desaparecido, que han sido molidos por las centurias y son ahora parte del viento, de la arena que va de un lado a otro a lo largo y ancho de la Tierra.
¿Cuál sería la posición exacta de los brazos? ¿Estarían levantados en actitud jubilosa o, más bien, acompañarían el movimiento general del cuerpo, a los lados de éste? ¿Alguna de las manos indicaría un punto con el ademán de quien hiciese un llamado, una señal? Ya no tenemos modo de saberlo: lo que queda a la altura de los hombros no nos da la información suficiente. Es así cómo no es posible conocer su forma exacta: la belleza, la serenidad fría, el alborozo o la aspereza de la totalidad perdida.
Ningún detalle lleva a pensar que el escultor hubiese dotado a esta imagen femenina de la cabeza de un monstruo, de una Gorgona o alguna otra criatura terrible, y más bien todas las posibilidades —por lo que se ve de otras piezas de la época— hablan de una mujer hermosa. Contra eso, contra todas las probabilidades de unos rasgos equilibrados, yo voy a afirmar al monstruo. Pero no a uno de rasgos abyectos, sino a otro que carece de rostro por la sencilla razón de que no puede tenerlo, aunque en su presencia no se puede dejar de pensar en él y, por lo tanto, no se puede dejar de verlo.
Quizá, más que un defecto mismo, de lo que hablo es de una cierta cualidad de lo invisible, de lo inabordable: lo que no está pero está ahí. Eso querría decir que la piedra está viva, y no simplemente a la manera rasa y adusta de los símbolos o los gestos: digamos, su pierna derecha tiene la actitud de avanzar al frente, mientras la izquierda aguarda su turno levemente inclinada para seguirla de inmediato. Esa movilidad de las dos piernas es transmitida a todo el cuerpo que de pronto está lanzado, de golpe está listo para servirse también de sus dos alas desplegadas para volar. No sé decir en qué momento de esta realidad o irrealidad febriles está volando ya o preparándose para hacerlo. No conozco la densidad del material con la que está hecho pero, de súbito, en un tris de dedos todo es movimiento.
Este precioso movimiento, sin embargo, no constituye el meollo de la belleza a que refiero, aunque es obvio que contribuye a ella de manera inagotable. El rostro, la cabeza que no conocemos y que vemos sin ver, está más próximo a la naturaleza de la que te hablo. Su ilusión, su posibilidad infinita, permanece intocable, y yo no te puedo decir más de ella.
En su totalidad, el monstruo o la entidad que hasta aquí percibo es la Esperanza. Quieta, en realidad; dolorosa e inobjetablemente quieta, y al mismo tiempo llena de toda la fuerza y la añoranza y la austeridad y la ambición y la derrota de cada deseo, y que por ello mismo constituyen todo su logro. No sé cuál sea la constitución de esta pieza de árida y tensa materia pero sé algo de su inverosímil lealtad, de la potencia de su arrebato contra la quietud que le ha sido impuesta sin remedio, de su victoria imposible y por lo tanto palpable, visible en esos pies que van adelante, en esas majestuosas alas abiertas… ¿A dónde va la Esperanza, me dirás, a dónde con su instinto primigenio, ciego y extraviado? Eso es lo que ya no nos puede decir la cabeza invisible o los brazos, pero eso mismo, toda esta feliz debacle fijada en la esquina más visible del museo más grande de la Tierra, es lo que da la talla de la Esperanza. Nada más.


Tomado del blog Dos Disparos. Pueden encontrar una entrevista con CM aquí

Friday, May 8, 2015

Argentine poet Juanele Ortiz on poetry and music / Juanele, sobre la poesía y la música

We mustn't forget that I also have something of symbolism in the musical sense, but not music itself, let's say, what can be music to one's ears in a literal sense, but that other music, that thing that lies beyond music, as Debussy himself says in his own music, which is not an evocation of silence but the suggestion that something is germinating and will blossom and cannot be defined. In other words, the process of becoming, that is, time rather than those moments of eternity where one can feel like a vertex, something painful, even if it is the pain of ecstasy, more than that – something that surpasses, that transcends those moments and might be called time. Like Oriental composers, who say that music is what most resembles life because it is flow, that's why there are no dominant notes, nor a melodic sense, nor scales in the same way we talk of scales. Almost like birds. Rhymes and those other instituted things like meter or syllabic measure, I don't think they are appropriate. Rhythm that cannot be defined by the number of syllables, that is the rhythm of what is being said. Each remark, let us call it phrase or remark or line, if you will, has its own rhythm because there is something that has made it happen that way, something that keeps going and does not stop at the syllable; it leaves the syllable behind without freeing itself from the music...

From the interview conducted by Juana Bignozzi, in Juanele poesías, Carlos Pérez Editor, 1969. Found in Blog del amasijo.


No hay que olvidar que yo tengo también un poco del simbolismo en el sentido musical, pero no en la música en sí, diremos lo que puede ser música para los oídos en el sentido literal, sino esa otra música, esa cosa que hay más allá de la música, como el mismo Debussy en la propia música dice, que no es la evocación del silencio sino la sugerencia de algo que está germinando y que va a florecer y que no puede definirse. Es decir el devenir, es decir el tiempo más que los momentos esos de la eternidad donde uno puede sentir como un vértice, una cosa que es dolorosa aunque sea de éxtasis, más que eso, algo que los traspasa, que los trasciende, que puede llamarse tiempo. Como los orientales que escriben música que dicen que es lo que más se parece a la vida, porque es transcurso, por eso no hay notas dominantes, ni el sentido melódico, ni escalas en el sentido nuestro. Casi como los pájaros. Las rimas y esas otras cosas instituidas como las medidas métricas o silábicas, esas cosas me parece que no responden. Ese ritmo que no puede definirse por la cantidad de sílabas sino que es el ritmo de lo que se dice. Cada mención, llamémosle frase o mención o línea si se quiere, tiene su ritmo porque hay algo que lo ha dado en esa forma, una cosa como seguida que no se detiene en la sílaba, la traspasa sin desasirse de la música (…).


De la entrevista realizada por Juana Bignozzi e incluida en Juanele poesías, Carlos Pérez Editor, 1969. Encontrado en el Blog del amasijo.

Thursday, April 30, 2015

Two poems by Rocío Soria (Ecuador, 1979), my translation / Dos poemas de Rocío Soria


Now nobody will take care of this hand,
this hand whose unintended movements, they say, aimed to choke me.
            I wrap it
            cover it
            kiss its sweet head
            sing it to sleep
            wake up rocking her but she never sleeps
                                                she's watchful
                                                alert
she starts at the slightest sound, scratching my chest in despair.

She wants my attention for she knows it's coming.
                        I tell her to be cautious but she's very impetuous.
It gets worse when the beating machine pumps all night long, relentless,
                        and this ringing in my eyes won't die
                                                or becomes a single thread,
                                    and the man in white comes in with his apathy
                                    mutters some silence I forgot
                                    says something I don't understand.
                                                Comes closer
                                                takes her
                                                gives her neck a beating with his tubes.
            He doesn't get that she only intended to warn me.
He takes her.
            I'm on my own.
                        I look through the narrow hole of the shared screen:

The man in room six is awake,
walks barefoot toward the back
shaking his leg as if to toss it.
            The man with the yellow flowers
            bangs his head against the wall
            repeating the same phrase.
            On Tuesday he scratched the empty plate with his spoon
            in an endless conjuring ritual.

Now nobody will tie these white laces that sprout from me with the rain,
            nobody will take care of this hand
            whose unintended movements, they say,
            aimed to choke me.
            I wrap it,
                        cover it.            Wait.


From El cuerpo del hijo



Sadness,
unwavering sadness,
the quiet of sadness.
The voice names that same God who having lost his macabre hue bursts out
laughing from the void that utters him
                                    – violin embedded in her flesh –
The murmur of the city enters through the ventilation duct,
                        crosses both halls,
            the music in the back is a green water pipe.
The windows of the house have been shuttered forever,
                        a fine dust settles on things,
                        a torture swings on the minuscule
                        machines of her body.
Isadora holds a bread knife,
                                    opens a mouth in her thigh,
                                    small imps possess her
                                    penetrating her time and again through her ulcer,
                                                piercing through her,
                        no screaming, just a trembling of objects,
                        discordant jars in a sour symphony.




From Isadora. You can find more poems by RS (in Spanish) here.


Ya nadie quiere cuidar de esta mano
cuyos movimientos involuntarios han pretendido, dicen, ahorcarme.
La envuelvo
la cubro
le doy un beso en la cabecita
le arrullo
me amanezco meciéndola pero ella nunca duerme,
está vigilante,
pendiente
se sobresalta al menor ruido y me araña de desesperación el pecho.

Quiere llamar mi atención porque sabe que ya está cerca.
Le digo que sea cautelosa pero ella es muy impulsiva.
Es peor cuando la máquina de los latidos empieza a bombear toda la noche, sin descanso
y no termina de morirse ese pitido en mis ojos
o se vuelve a una sola hebra
y el hombre de blanco viene con su abulia
masculla algún silencio que he olvidado
dice algo que no entiendo
se acerca
se la lleva
le muele a sondas el cuello.
Él no entiende que ella solo pretendía advertirme.
Se la lleva.
Estoy sola.
Miro por el estrecho agujero del parapeto común:

El hombre de la pieza seis se ha levantado
y camina descalzo hacia el fondo
agitando la pierna como si quisiera lanzarla.
El hombre de las flores amarillas
se golpea la cabeza contra la pared
repitiendo la misma frase.
El martes arañaba con la cuchara el plato vacío
en un ritual interminable de invocación.

Ya nadie quiere atar estos cordones blancos que me crecen cuando llueve,
nadie quiere cuidar de esta mano
cuyos movimientos involuntarios han pretendido,
dicen, ahorcarme.
La envuelvo
la cubro.            Espero.



De El cuerpo del hijo



La tristeza,
la inquebrantable tristeza,
la quietud de la tristeza.

La voz nombra a ese mismo Dios que habiendo perdido su tinte macabro estalla de risa desde el hueco que lo pronuncia
                                    - violín incrustado en su carne -
El rumor de la ciudad entra por el ducto de la ventilación,
                        cruza ambos salones,
            la música del fondo es un colector de aguas verdes.

Las ventanas de la casa fueron clausuradas para siempre,
                        un polvillo fino se asienta sobre las cosas,
                        una tortura se columpia en las máquinas  
                        diminutas de su cuerpo.
Isadora sostiene el cuchillo de cortar el pan,
                                    se abre una boca en el muslo,
                                    pequeños duendes la poseen
                                    penetrándole por la llaga una y otra vez,
                                                la atraviesan entera,
                        ningún grito, solo un tiritar de los objetos,
                        frascos destemplados en una sinfonía ácida.


De Isadora. Pueden encontrar más poemas de RS aquí.



Tuesday, March 31, 2015

Maurice Blanchot, on the symbol / Maurice Blanchot, sobre el símbolo

Maurice Blanchot, on the symbol

Symbol does not mean anything, expresses nothing. It only makes present - by making us present to it - a reality that escapes all other capture and seems to rise up, there, prodigiously close and prodigiously far away, like a foreign presence (...)
If symbol is a wall, then it is like a wall that, far from opening wide, not only becomes more opaque, but with a density, a thickness, and a reality so powerful and so exorbitant that it transforms us, changes instantly the sphere of our ways and habits, takes us away from all actual or latent knowledge, makes us more malleable, moves us, turns us around, and exposes us, by this new freedom, to the approach of another space.

From "The Secret of the Golem" in The Book to Come, Stanford University Press, 2003


El símbolo no significa nada, no expresa nada. Solo hace presente - haciéndonos presentes ante ella - una realidad que escapa a la aprehensión y parece surgir, allí, prodigiosamente próxima y prodigiosamente lejana, como una presencia extraña. Si el símbolo es una pared, entonces es como una pared que, lejos de abrirse completamente, no solo se hace más opaca, sino que, además, lo hace con una densidad, un espesor y una realidad tan poderosa y exorbitante que nos transforma, cambia instantáneamente la esfera de nuestros usos y costumbres, nos aparta de todo conocimiento real o latente, nos hace más maleables, nos mueve, nos trastorna y nos expone, gracias a esta nueva libertad, a acercarnos a otro espacio.


De "The Secret of the Golem" en The Book to Come, Stanford University Press, 2003. Pueden encontrar una versión completa en español en la Revista de laUniversidad de México.

Tuesday, March 17, 2015

Two poems by Rosabetty Muñoz (Chile, 1960), my translation / Dos poemas de Rosabetty Muñoz


(to the smell of misfortune)

The aridity of the gardens
finally tired them all.
Nothing, not even carrots
would grow in that rocky soil.

Breaking your back for
a fistful of herbs.

And the flowers? You'll say.
And those huge dahlias, like trees?
Don't remind me of those carnivores.
They seemed to shine their petals
to the smell of misfortune.
They grew
            opened
moved their stamens
as we steadily fell.

From Ratada, Lom Ediciones 2005


The Shadow of the Daughter

The shadow of the daughter is sown to the side
and whispers that nobody dies on the eve.
Its sour company is
surf in the thick, opalescent sea of blood.
It also repeats that it's a grave offence
not to devote oneself to the beloved, abandoning him
in his finite being, his poor little fleetingness.
This shadow asks to be sucked,
fused into me. To be truly loved.
It thinks it's petty, this gesture of mine
of stretching my hand
and fixing a lock of hair
falling on his eyes.

From En nombre de ninguna, Ediciones Kultrún, 2008. You can find more poems by RM in Spanish here.




(al olor de la desgracia)


La aridez de las huertas
terminó por cansar a todas.
Nada, ni las zanahorias
crecían en ese pedregal.

 Partirse el lomo
 por un puñado de cilantro.

¿Y las flores? Dirán.
¿Y esas dalias enormes, como árboles?
No me recuerden a esas carnívoras.
Parecía que lustraban sus pétalos
al olor de la desgracias.
Crecían,
           se abrían
movían sus estambres
a medida que íbamos cayendo.

Del libro Ratada Lom Ediciones 2005 Tomado de Bajo la rosa china

La sombra de la hija

La sombra de la hija va cosida al costado
y murmura que nadie se muere la víspera.
Su ácida compañía es oleaje
en el mar espeso y opalino de la sangre.
Repite también que es falta grave
no dedicarse al amado, abandonarlo
en su ser finito, su pobrecito efímero.
Esta sombra pide ser sorbida
fusionada en mí. Ser amada de veras.
Le parece mezquino este gesto mío
de alargar la mano
y arreglarle un mechón
que cae sobre sus ojos.

De En nombre de ninguna Ediciones Kultrún, 2008. Pueden encontrar otros poemas de RM aquí.



Friday, February 20, 2015

Hélène Cixous, On writing /Hélène Cixous, acerca de la escritura


When I write a book, the only thing that guides me at the beginning is an alarm (...) The thing that alarmed me at once with its violence and with its strangeness. Then there comes the aid of writing. It is as if I tried to make a verbal portrait of this phenomenon that is concrete, and physical and spiritual. What do I do? I listen to this phenomenon, I listen to it with my eyes, with organs I do not know, that are in me. And then the activity of writing tries to transpose what I perceive. It is here that the corrections will intervene: at times, I have the feeling I am understanding something in flashes, in dazzles; and since it goes extremely quickly, always, since the moments of revelation are moments that light up and go out, I note at full speed, telegraphically, on bits of paper, what I have just understood and which, right away, will disappear. And this will give me a support to move forward. But I begin to go deeper, that is to paint the picture of the tears, it can happen that I feel I have not painted right; that I feel I do not recognize, in what was just written, the vibration, the truth, the music of the thing I have glimpsed.

From Rootprints: Memory and Life Writing, Psychology Press. You can find a review of the book here.

Cuando escribo un libro, lo único que me guía al comienzo es una alarma (...), aquello que me alarmó inmediatamente con su violencia y su extrañeza. Entonces viene a mi ayuda la escritura. Es como si tratara de hacer un retrato verbal de este fenómeno que es concreto y, a la vez, físico y espiritual. ¿Qué hago? Escucho este fenómeno, lo escucho con mis ojos, con órganos que desconozco y que están dentro de mí. Y luego la actividad de la escritura trata de transponer lo que percibo. Es aquí que intervendrán las correcciones. A veces tengo la sensación de que entiendo algo en fogonazos, en resplandores, y como se va sumamente rápido siempre, ya que los momentos de revelación son momentos que se encienden y se apagan escribo a todo trapo, telegráficamente, en pedacitos de papel lo que acabo de entender y que desaparecerá enseguida. Y esto me dará el sostén para avanzar. Sin embargo, empiezo a profundizar, es decir, a pintar el cuadro de las lágrimas, y puede suceder que sienta que no lo pinté bien; que sienta que no reconozco en lo recién escrito la vibración, la verdad, la música de lo que vislumbré.

De Rootprints: Memory and Life Writing, Psychology Press.