Tuesday, December 18, 2012

Poems by Jacobo Fijman (translated by Judith Filc) / Poemas de Jacobo Fijman (Besarabia, 1898, Argentina, 1970)

Holy City

Three screams stabbed me with their knives.
Landscape of three screams
long with astonishment.
The shrouds of mystery have jested!
Flight of torpors;
sighs
in the paralyzed fog.
Cypresses.
Bronze of terrors,
formless, fragmented.
Roads die
and bridges are built.

A tree mutates
by closing its pupils.

Dream's angelic pigeons
timorously fall into the
icy nails of dread.

An infinite horror was
flowing in my entrails
in a death anthem.


The Swan's Song

Madness:
the highest, most deserted road.

A trade of absurd masks; yet
so human.
Excesses snore;
grimaces cough
and hoarse laments
strike their blows.

Inflamed countenances;
glassy dilation of the eyes
in the highest, most deserted road.

The hair of dread stands on end.

The light a plenty praises its innocence.

The patio of the mental hospital is
like a bench along the wall.

Strings of the most eternal silences.

I cross myself despite being
Jewish.

Whom to call?
Whom to call from the road, so high and
so deserted?

God approaches in loony bin gear
and strangles my gullet
with his huge gnarled hands.
And my song coils in the desert.

Mercy! 



Ciudad santa

Tres gritos me clavaron sus puñales.
Paisaje de tres gritos
largos de asombro.
¡Bromearon los sudarios del misterio!
Fuga de embotamientos;
suspiros
en la niebla inmovilizada.
Cipreses.
Bronce de los terrores
informes, fragmentados.
Mueren caminos
y se levantan puentes.

Un árbol se transforma
cerrando sus pupilas.

Caen medrosamente las palomas
angélicas del sueño
en las uñas heladas del espanto.

Un infinito horror
manaba en mis entrañas
en un himno de muerte.



El canto del cisne

Demencia:
el camino más alto y más desierto.

Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!

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