God Is Not Mad at Me
Someone took all the
juice
contained in your
hands.
They are clean.
Scents and smells
bring so many memories.
Who has touched her
body with his mind?
Different versions
of us
might stem from the caress.
I don't know how the
river came to be so wide,
and its waters wait
for
God to cross
barefoot,
in haste,
perhaps chased by a
lover;
she will do anything
he asks.
Let water finish
what the ice started.
Your shadow slowly
approaches,
it is not an outline
on the ground,
I feel it coming,
it's a color,
yellow or orange
like your voice?
The shadow feels
hunger and thirst.
Love is no longer a
broken Hallelujah,
it isn't cold.
Your love has a
floor and a home.
Today the sun is
shining.
From Temperamentos, unpublished, 2014
Adobe
We stood by the
market gates
waiting for the rain
to stop.
Her face buried in
the hollow of her hand, she
saw oranges, roots,
turkey vultures, tobacco
pouches,
broken chairs,
butterflies, ivory ants go by,
everything condensed
in five coins.
It was a hot January
morning
and yet it rained.
We could barter luck
for produce.
Thirty-foot shoes
are
the best after six
PM.
She told men
she was taller than
them.
Someone shakes his
hairy and
thin arms in the
market.
Distracted, she
starts counting
finger by finger her
scattered love.
The velvet starts coming
unstuck
from her shoes. A
blue-eyed beggar
approaches her.
He couldn't become
herbs.
Meanwhile, in his
wise eyes she saw
his good habits.
He ate his fish and
potato soup,
always the same,
shaking one's
sorrows off one's shoulders.
Outside the rain
persisted.
We listened to the
sounds
of the high brook.
The beggar buttoned
every button
from start to end.
He tried to hide us
all.
We couldn't move we
were made of adobe.
The best thing was wish
that
the beggar would go
to the crust of the world.
Our glory lies in
the river.
The promise was
clear. Again the woven mat
heightened by the
fire,
and love being
returned to desire.
That January day
she kept staring at
the rain
and the scent of the
first kiss.
Dios no está enojado conmigo
Alguien se llevó todo el zumo
contenido en tus manos.
Están limpias.
Los perfumes y los olores traen tantas reminiscencias.
¿Quién ha tocado su cuerpo con la mente?
Diferentes versiones de nosotros,
podrían surgir luego de la caricia.
No sé cómo el río se hizo tan ancho,
y sus aguas esperan
a que cruce Dios descalzo,
a toda prisa,
tal vez, perseguido por una amante;
ella hará cualquier cosa que él le pida.
Dejemos: el agua termine lo que el hielo ha comenzado.
Tú sombra se acerca despacio,
no es una silueta en el suelo,
la siento llegar, es un color,
¿amarilla o anaranjada como tu voz?
La sombra tiene hambre y sed.
El amor ya no es un roto aleluya,
no tiene frío.
Nuestro amor tiene piso y casa.
Hoy es un día de sol.
Del poemario inédito Temperamentos,
2014
Adobe
Nos paramos en la puerta del mercado
a esperar que dejara de llover.
Ella con la cara hundida en el hueco de la mano
veía pasar naranjas, raíces,
zamuros, tabaqueras,
sillas rotas, mariposas, hormigas de marfil,
todo resumido en cinco monedas.
Era una caliente mañana de enero,
y sin embargo llovía.
Podíamos cambiar la suerte por verduras.
Los zapatos con tacones de un metro
son los mejores pasadas las seis de la tarde.
Ella decía a los hombres
que era más alta que ellos.
Alguien sacude sus brazos velludos
y flacos en el mercado.
Ella entra en un descuido a contar
con cada uno de sus dedos su amor disperso.
El terciopelo comienza a despegarse
de los zapatos. Un mendigo de ojos azules
se le acerca.
No podía convertirse en hierbas.
Mientras, ella veía en los sabios ojos de él,
sus buenas costumbres.
El comía su sopa de pescado con papas,
siempre lo mismo,
y sacudir las penas de los hombros.
Afuera seguía la lluvia.
Escuchábamos el ruido
de la quebrada crecida.
El mendigo abrochaba todos los botones,
desde el principio hasta el fin.
Trataba de escondernos a todas.
No podíamos movernos éramos de adobe.
Lo mejor era desear
que el mendigo se fuera a la corteza del mundo.
Nuestra gloria está en el río.
La promesa fue clara. De nuevo la estera
avivada por el fuego,
y el amor devolviéndose al deseo.
Ese día de enero,
ella continuaba mirando la lluvia,
y el aroma del primer beso.
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