Fleeting Return
The kitchen was still sprinkled
with
flour and prayers.
The
nurse tucked in the night ghost,
sought
the course of the ships
that
would bring back a vagrant.
They had rusted the images; they had aged
noise.
In the big clay jars
the
echo of known voices repeated
the
counting of money. There was talk
of
nearby adulteries, of investments.
"There is a day of light outside, of human
peace
and apples. There are songs, and a living,
growing
crowd forges ahead. To it belongs
the
kingdom of the future. Those who are worthy
[now
will
deserve that day and will be loved.
I
know what time it is, my name, where I am going
full
of pride and news.
And
shall not be long among you."
There was no sacrifice of wine or lamb.
The
mother, between two stern tears,
talked
to me for my sake, kindly pointed out
the
good road, asked me if I had another hat.
Yet
my brother, the one who used to make
thin
flutes to accompany the sowers' song,
and
still feared the harshness of heredity
and
the gaze of the owl like a priest,
could
not sleep.
"I want to deserve
the
love you have witnessed. When is
happiness?"
"Tomorrow".
And we ran, like two runaways,
to
the hard shore where stars
came
apart. Fishermen told us
of
successive victories in nearby provinces.
And our feet got wet with a spray of dawn,
full
of roots that were ours and the world's.
From
Notas del hijo pródigo, 1953
The Hunted
Is it possible that this is the entire
story,
a single day? Yesterday's news,
lost
in the next-to-last page,
the
drop in shares?
They forcibly charge you the overdue
rent
for the land, they charge you for the things
your
lamp drove to death by the sheer power of its
[halo,
and
for the heart and its young beasts
that
graze while sighing:
gun powder, your
[lover,
shakes
its hands: "Case closed."
You are already the one you would be, the same
[dust of which
you
were somewhat relieved by your clothes brush.
I
will do as you ask; I am still the one you were.
Wandering
bird. Prophetic beast.
Hail, wandering angel, irretrievably intact.
From
Los cuadernos de la tierra (IV), 1952
- 1962. You can find other poems by Adoum in English here.
Fugaz
retorno
La cocina estaba todavía salpicada
de harina y oraciones; la nodriza
arropaba al fantasma de la noche,
buscaba el itinerario de las naves
que trajeran de regreso a un vagabundo.
Habían enmohecido las imágenes, envejecido
el ruido. En las grandes tinajas
el eco de voces conocidas repetía
la cuenta del dinero. Se hablaba
de adulterios cercanos, de inversiones.
"Hay afuera un día de luz, de humana
paz y de manzanas. Hay canciones y avanza
una multitud que vive y crece. De ella
es el reino del futuro. El que sea digno
ahora merecerá ese día y será amado.
Yo sé qué hora es, cómo me llamo, a dónde
voy lleno de orgullo y de noticias.
Y no estaré mucho tiempo entre vosotros".
No hubo sacrificio de vino o de cordero.
La madre, entre dos lágrimas severas,
me habló por mi bien, me indicó bondadosa
el buen camino, preguntó si tenía otro sombrero.
Mas mi hermano, el que solía fabricar delgadas
flautas para acompañar el canto de los sembradores
y que aún temía la dureza de la herencia
y la mirada del búho como un sacerdote,
no pudo dormir.
"Yo quiero merecer
el amor que tú has visto. ¿Cuándo
es la felicidad?"
"Mañana".
Y corrimos, como dos fugitivos, hasta
la dura orilla donde se deshacían
las estrellas. Los pescadores nos hablaron
de victorias sucesivas en provincias cercanas.
Y nos mojó los pies una espuma del alba,
llena de raíces nuestras y de mundo.
De
"Notas del hijo pródigo" 1953
El
perseguido
¿Es posible que esto sea toda
la historia, solo un día? ¿Una noticia
de ayer, perdida en la penúltima
página, la cotización caída ?
Te cobran por la fuerza, los arriendos
vencidos de la tierra, te cobran por las cosas
que tu lámpara hizo agonizar a puro nimbo
y por el corazón y sus jóvenes bestias
que pacen suspirando:
la pólvora, tu amante,
se sacude las manos: "asunto concluido".
Ya eres el que ibas a ser, el mismo polvo
del que algo te aliviaba tu cepillo de ropa.
Cumpliré tus encargos, sigo siendo
el que eras. Ave de paso. Animal profético.
Salud, ángel de paso, irremediablemente intacto.
De
"Los cuadernos de la tierra" (IV) 1952 - 1962. Pueden encontrar otros poemas de Adoum aquí.