Tuesday, December 19, 2017

Chilean poet Cristián Gómez Olivares answers a question on poetry writing and translation

3) ¿La traducción de poesía afectó su escritura? ¿En qué sentido?

Sí, profundamente. Quisiera tener la lucidez necesaria para precisar los modos en que traducir afectó mi propia escritura, pero tal vez partiré por el hecho de que no creo, visto lo respondido antes, que, por lo menos en mi caso, se pueda hablar responsablemente de “mi escritura” como algo ajeno o aun peor separado de “mis traducciones”. En ambos casos, se intenta escribir un texto que funcione, literariamente hablando: un buen poema, propio o ajeno. Pero esto es fascinante también porque nos sirve –otra vez, ya que esto es cuento viejo– para interrogar nuestras en ocasiones tan preciadas nociones de autoría, sobre todo desde el romanticismo hacia acá. ¿No son acaso nuestros textos siempre los textos de otros?, ¿no estuvimos/estamos influenciados por una tradición de muertos que intentamos hacer nuestra?, ¿no citamos a otros autores, no hay profundos intertextos, plagios asumidos u ocultos en nuestras tan nuestras escrituras?
Además, yendo al hueso de la pregunta, creo que no escribo como lo hacía antes de venirme a Estados Unidos y comenzar a traducir en serio. Las dos petas que he traducido (traducciones que he publicado en un par de libros: Cosmopolita, de Donna Stonecipher, el 2014; Feliz año nuevo, de Mónica de la Torre el 2017, Ciudad modelo, de Donna Stonecipher otra vez, el 2017 probablemente) despliegan un sentido del poema en ocasiones radicalmente distinto a lo que yo hago, lo cual me ha llevado constantemente a replantearme mi escritura “propia”. Específicamente, el hecho de que ambas se cuestionen fuertemente la idea de un hablante lírico (el sólo concepto yo creo que les provocaría una irónica sonrisa), de alguna manera me ha obligado, ejercicio que creo que es siempre necesario, además de útil, a preguntarme por mi propio lugar de hablada, desde dónde escribe uno, a fin de cuentas, y para quién. Un ejercicio ojalá de lucidez, aun cuando te decía más arriba que no es precisamente mi característica más fuerte.


3) Has poetry translation affected your writing? How?

Yes, very deeply. I would like to have the necessary clarity to specify the ways in which translating has affected my own writing. Perhaps I should start by saying that I don’t think, at least in my case, that I could speak responsibly of “my writing” as something foreign to or, even less, separated from “my translations.” In both cases, one tries to write a text that works from a literary viewpoint – a good poem, whether one’s own or someone else’s. Yet this is fascinating because it helps us (once again, as this is old news) question our sometimes-cherished notion of authorship, especially since Romanticism. Aren’t our texts always others’? Haven’t we always been influenced by a tradition created by dead people that we try to make our own? Don’t we quote other authors, aren’t there deeply buried intertexts, assumed or hidden plagiarisms in our so-ours writings?
Moreover, going into the heart of the matter, I think I no longer write as I did before I came to the US and started translating in earnest. The sense of the poem displayed by the two poets I’ve translated (whose work has been published in three books, Cosmopolita by Donna Stonecipher in 2014, and Feliz año nuevo by Mónica de la Torre and Ciudad modelo, also by Donna Stonecipher, in 2017) is sometimes radically different from mine. This discrepancy has led me to constantly rethink my “own” writing. Specifically, the fact that both poets strongly question the idea of a lyrical I (the very idea, I think, would make them smirk) has somehow forced me to engage in an exercise that I see as both necessary and useful. I’ve had to ask myself about my own speaking position – ultimately, from where one writes, and for whom. Hopefully, it is an exercise in clarity, even if I mentioned earlier that clarity isn’t precisely my strongest feature.